La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, rompe las ilusiones de la disciplina
La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, comienza con el brutal mundo de una academia militar en Lima. Desde el principio, desmantela la imagen idealizada de la disciplina, el honor y el deber. Dentro de estas paredes, prospera la crueldad. Las lealtades se fracturan. La violencia se esconde bajo los uniformes. Esta no es una historia sobre la formación del carácter. Es sobre su destrucción.
La Academia Militar Leoncio Prado es más que un escenario. Funciona como un microcosmos de la sociedad peruana. Aquí, la corrupción no proviene de unos pocos malos actores. Es sistémica. Los estudiantes aprenden pronto que la supervivencia no depende de la excelencia, sino de la manipulación, el silencio y las alianzas. Vargas Llosa muestra cómo los jóvenes absorben esta lección y la llevan consigo hasta la edad adulta.
La novela no sigue una trama tradicional. En cambio, cambia de perspectiva, de voces y de líneas temporales. Estas narrativas fragmentadas reflejan la moralidad fragmentada de los propios personajes. La verdad no está clara. Los héroes no son puros. La institución, destinada a mantener el orden, genera caos.
👉 Orión ciego, de Claude Simon, también utiliza una narración fragmentada para reflejar cómo las instituciones distorsionan la realidad. Ambas novelas entienden que los sistemas moldean a los individuos de formas que a menudo pasan desapercibidas. La escritura de Vargas Llosa es aguda, poco sentimental y precisa. Despoja las ilusiones hasta que solo queda la cruda lucha por el poder.

El retrato de la corrupción de Mario Vargas Llosa: La ciudad y los perros
La ciudad y los perros no trata solo de una escuela. Trata de toda la estructura de la autoridad —militar, política, familiar— y de cómo aplasta a quienes se encuentran dentro de ella. En esta novela, Mario Vargas Llosa pone al descubierto cómo la disciplina a menudo disfraza la crueldad. Lo que desde fuera parece orden, se revela como podredumbre desde dentro.
Los cadetes no son chicos inocentes corrompidos por las circunstancias. Son participantes voluntarios en un mundo donde la traición es la moneda de cambio. Vargas Llosa evita idealizarlos. Muestra su violencia casual, su racismo, su sed de dominio. De esta manera, la academia refleja los regímenes autoritarios de América Latina.
En el centro de la historia está el robo de un examen, un acto que desencadena castigos, encubrimientos y, en última instancia, la tragedia. Pero este punto de la trama importa menos que lo que revela: una cultura en la que la supervivencia significa silencio y donde la justicia es siempre selectiva.
👉 Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, comparte este análisis del colapso social. Ambos autores despojan a la civilización de sus capas para revelar la rapidez con la que aflora la crueldad.
Las frases de Vargas Llosa tienen peso. No hay movimientos innecesarios. Sus palabras atraviesan la pretensión y exponen cómo los sistemas crean víctimas y las llaman héroes.
Masculinidad, poder y violencia
La masculinidad en La ciudad y los perros es inseparable de la violencia. Dentro de las paredes de la academia, el poder se afirma a través de los puños, los insultos y la dominación. La debilidad se castiga. La sensibilidad se ridiculiza. Los chicos aprenden que sobrevivir significa dominar la crueldad. Esta masculinidad distorsionada refleja una enfermedad social más amplia, que se extiende más allá de las puertas de la escuela al mundo exterior.
Mario Vargas Llosa no ofrece villanos fáciles. Sus personajes están moldeados por el sistema tanto como contribuyen a él. El abuso que sufren se convierte en el abuso que infligen. No hay escapatoria de este ciclo, solo la adaptación. Algunos se integran y otros se rebelan. Algunos se rompen.
En el centro de este entorno tóxico se encuentra «El Jaguar», un cadete que encarna el brutal código de la escuela. Inspira miedo, no respeto. Sin embargo, incluso él está atrapado por las expectativas de la institución, incapaz de imaginar una vida fuera de estas reglas. A través de él, Vargas Llosa revela cómo los sistemas de violencia consumen no solo a sus víctimas, sino también a sus defensores.
👉 Buenos días, tristeza, de Françoise Sagan, explora expectativas igualmente destructivas, aunque en un entorno muy diferente. Ambas novelas muestran cómo el entorno moldea las mentes jóvenes, a menudo de formas que estas no pueden resistir por completo.
La crítica de Vargas Llosa no se limita a las instituciones. Se refiere a las personas que permiten que prosperen. El silencio y la complicidad construyen estos muros con la misma certeza que los ladrillos.
Una estructura que refleja el caos
La estructura de La ciudad y los perros refleja sus temas. Líneas temporales cambiantes, múltiples narradores, recuerdos fragmentados… dentro de esta narrativa inconexa se esconde un retrato del desorden oculto bajo uniformes y rituales. Mario Vargas Llosa se niega a ofrecer claridad porque la claridad no existe en este mundo. La verdad se desliza entre las perspectivas. La justicia siempre queda inconclusa.
El lector se sitúa en la misma posición que los cadetes: tratando de dar sentido a los acontecimientos a través de rumores, chismes y confesiones parciales. El robo del examen es un delito menor, pero revela fracturas más profundas: entre los estudiantes, entre los profesores, dentro de la propia institución. La traición está por todas partes. La lealtad es un mito.
La decisión de Vargas Llosa de difuminar las líneas temporales y las voces desafía al lector a ver más allá de la trama. Es un sistema que hay que comprender. Cada hilo conduce a la misma conclusión: la disciplina es una máscara que ocultan el miedo y la hipocresía.
👉 Alemania. Un cuento de invierno, de Heinrich Heine, también desmonta las ilusiones mediante cambios de tono y de voces. Ambas obras invitan al lector a cuestionar lo que se presenta como estable o verdadero.
La ciudad y los perros exige atención, no por su espectacularidad, sino por su implacable despojo de toda pretensión. Lo que queda no es heroísmo. Es supervivencia.
Rompiendo las ilusiones de la disciplina
En el fondo, La ciudad y los perros trata sobre la exposición. En esta novela, Mario Vargas Llosa revela cómo las instituciones que predican la disciplina a menudo ocultan el desorden bajo rituales y uniformes. La escuela militar enseña obediencia, pero lo que realmente cultiva es el cinismo, la crueldad y la hipocresía.
Este desmantelamiento de la ilusión fue escandaloso en el momento de su publicación. En Perú, las instituciones militares eran sagradas, consideradas la columna vertebral del orden y el patriotismo. La descripción sin concesiones de Vargas Llosa destrozó esa imagen. La academia no castiga el crimen, sino la desobediencia; no la violencia, sino la visibilidad. Las apariencias importan más que la verdad. La supervivencia de la escuela depende de encubrir su propia corrupción.
Los estudiantes interiorizan esta lección. La llevan más allá de los cuarteles, al mundo exterior, y se convierten en los futuros oficiales, políticos y empresarios que continúan los ciclos de violencia y silencio. La ciudad y los perros muestra cómo los sistemas se reproducen a través de aquellos a quienes destruyen.
👉 Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque, ofrece un paralelismo en su descripción de los efectos deshumanizadores de la vida militar. Ambas novelas rechazan las visiones románticas del honor.
La escritura de Vargas Llosa despoja la superficie para revelar lo que más temen las instituciones: su propio vacío. La disciplina aquí no es fuerza.

Citas de La ciudad y los perros
- «No es el delito lo que importa, es que te pillen». Esto captura los verdaderos valores de la academia. Las apariencias importan más que la justicia. El castigo no viene por hacer algo malo, sino por exponerlo.
- «Nos entrenaron para obedecer, no para pensar». Vargas Llosa revela cómo las instituciones suprimen la individualidad. La obediencia reemplaza el pensamiento. La disciplina enmascara el miedo.
- «La escuela no castiga la violencia, castiga el escándalo». Aquí, la autoridad teme la visibilidad, no el daño. El silencio protege el poder. El escándalo lo amenaza.
- «El uniforme lo cubre todo». El uniforme se convierte en un escudo contra la responsabilidad. Oculta la debilidad, la crueldad y el fracaso.
- «Las reglas son para los que no tienen poder». Esto refleja la hipocresía de la academia. Los que están al mando reescriben las reglas para adaptarlas a sus intereses.
- «El miedo es más poderoso que la lealtad». La obediencia nace del miedo, no del respeto. El miedo une a los cadetes más que cualquier código.
- «Nos enseñan a sobrevivir, no a vivir». La supervivencia requiere sacrificio personal. La academia moldea a las personas para que sean resistentes, no felices.
- «La verdad no importa si nadie la dice». El silencio protege la corrupción. Decir la verdad se convierte en el primer acto de rebelión.
Datos curiosos sobre La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa
- Prohibido por el ejército peruano: Tras su publicación, La ciudad y los perros fue prohibido en Perú. El ejército quemó públicamente ejemplares de la obra, tachándola de difamatoria.
- Inspirado en la propia educación de Vargas Llosa: La Academia Militar Leoncio Prado se basa en la propia experiencia de Vargas Llosa. El autor escribió a partir de sus propias observaciones, no de su imaginación.
- Paralelismos con El libro de los seres imaginarios: Ambos libros exploran los sistemas de clasificación y control, aunque Jorge Luis Borges lo hace a través del mito y Vargas Llosa a través del realismo.
- Ecos de Un mundo feliz: Al igual que Aldous Huxley, Vargas Llosa critica los sistemas que reprimen la individualidad bajo el pretexto de la estabilidad y el orden.
- Temas compartidos con Desayuno en Tiffany’s : Aunque muy diferentes en tono, ambos libros exploran la huida de las expectativas sociales. El mundo de Vargas Llosa castiga la huida. El de Truman Capote la celebra.
- Legado en la literatura latinoamericana: La ciudad y los perros contribuyó a consolidar la reputación de Vargas Llosa como una de las voces más destacadas del boom literario latinoamericano.
- Referenciado en historias militares: La precisión del libro sobre los abusos militares ha sido citada en estudios académicos sobre autoritarismo y educación (fuente).
- Moldeado por la agitación política: Vargas Llosa escribió en medio de la inestabilidad política de Perú, incorporando en su ficción las inquietudes reales sobre el poder.
- Sigue influyendo en nuevos escritores: Los autores que abordan temas como la autoridad, la juventud y la corrupción suelen citar la novela de Vargas Llosa como influyente.
Por qué sigue resonando esta novela
La ciudad y los perros sigue siendo relevante porque habla de cualquier sistema en el que el poder corrompe y el silencio protege. Dentro de esta historia de cadetes y coroneles hay una verdad universal: la autoridad a menudo esconde sus fracasos detrás de rituales y uniformes. Mario Vargas Llosa comprendió que estas estructuras sobreviven gracias a la complicidad y el miedo, no a la justicia o al mérito.
El impacto de La ciudad y los perros va más allá de la literatura. Obligó a los lectores a enfrentarse a verdades incómodas sobre sus propias sociedades. Cuestionó la narrativa de que las instituciones sirven al pueblo cuando a menudo solo se sirven a sí mismas.
Incluso hoy, en diferentes formas y lugares, se repiten los patrones que Vargas Llosa expone. Las instituciones construidas sobre el miedo y el silencio siguen prosperando. La ciudad y los perros nos enseña a cuestionar las apariencias, a escuchar los silencios que revelan la podredumbre bajo la ceremonia.
La obra de Vargas Llosa es una advertencia: las instituciones rara vez se reforman por sí mismas. Rompen a quienes están dentro antes de romperse a sí mismas. Para sobrevivirles, primero hay que verlas con claridad.
Rompiendo el silencio
Leer La ciudad y los perros es como correr una cortina. Lo que parece estructurado y disciplinado se revela caótico y violento. En esta historia, Mario Vargas Llosa expone la brecha entre lo que las instituciones dicen y lo que hacen. Sus cadetes no salen nobles. Salen endurecidos, cínicos y moldeados por el miedo.
El debut de Vargas Llosa fue audaz. Desafió no solo al ejército peruano, sino a la idea misma de que la autoridad merece respeto simplemente porque lo exige. Su crítica es más profunda porque habla de forma universal. La corrupción disfrazada de disciplina, el poder mantenido a través del miedo… Estos no son problemas exclusivos de Perú.
La novela no ofrece soluciones. Ofrece claridad. Muestra cómo las instituciones crean silencio y lo llaman paz. Cómo moldean la crueldad y la llaman fuerza. Para liberarse, hay que primero reconocer las mentiras del sistema.
La ciudad y los perros perdura porque nos recuerda que la supervivencia dentro de sistemas rotos requiere más que obediencia. Requiere ver con claridad, hablar con honestidad y negarse a dejar que el silencio gane.
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