Fernando Pessoa: el poeta que se convirtió en Un genio

Cuando la gente habla de grandes poetas, a menudo menciona a Fernando Pessoa. Pero si me preguntas, Fernando Pessoa no fue solo un poeta, sino muchos. Eso se debe a que Fernando Pessoa hizo algo que ningún escritor había hecho antes. No solo usó seudónimos. En su lugar, inventó personalidades completamente nuevas, con sus propios estilos de escritura, opiniones e incluso historias de vida. Los llamó heterónimos y, a través de ellos, construyó un universo literario dentro de un solo hombre.

Pero la vida de Pessoa fue tan fascinante como su obra. No era una figura pública famosa. De hecho, durante la mayor parte de su vida, casi nadie sabía quién era. Trabajaba discretamente como traductor, sentado en pequeñas oficinas, traduciendo aburridas cartas para empresas. Sin embargo, en su mente, vivía cientos de vidas.

La poesía y los ensayos de Pessoa no se dieron a conocer hasta después de su muerte. Solo entonces el mundo descubrió el baúl lleno de papeles donde vivían sus heterónimos. Hoy en día, esos papeles se consideran un cofre del tesoro de la literatura moderna.

Retrato de Fernando Pessoa

Fernando Pessoa: un niño entre dos mundos

Fernando Pessoa nació en 1888, en Lisboa, Portugal. Pero Lisboa no pudo retenerlo por mucho tiempo. Cuando Pessoa era todavía un niño pequeño, su padre murió. Ese acontecimiento lo cambió todo. Su madre se volvió a casar y la familia se mudó lejos, a Durban, una ciudad de Sudáfrica, donde su nuevo padrastro trabajaba como cónsul portugués.

Ese traslado cambió a Fernando Pessoa para siempre. De repente, era un niño portugués en un mundo inglés. En la escuela, aprendió a leer y escribir en inglés antes de dominar su propio portugués nativo. Mientras otros niños jugaban, Pessoa leía a poetas británicos como Shakespeare, Byron y Shelley. El inglés se convirtió en su segundo hogar literario, y esa división entre dos idiomas marcó su escritura para el resto de su vida.

Cuando Pessoa era un adolescente, la familia regresó a Lisboa. Pero ahora, se sentía como un extranjero en su propio país. Hablaba portugués con acento inglés, y su amor por la literatura inglesa le hacía sentirse aún más fuera de lugar.

El oficinista que escribió para la eternidad

Cuando uno imagina a un gran poeta, probablemente piensa en alguien famoso, una celebridad que habla en eventos, firma libros y conoce a gente importante. Pero Fernando Pessoa no era así en absoluto. Durante la mayor parte de su vida, fue simplemente un oficinista corriente.

Se ganaba la vida traduciendo cartas comerciales en Lisboa. Su trabajo era sencillo: las empresas lo contrataban para escribir cartas en inglés a sus clientes extranjeros. Día tras día, se sentaba en un escritorio y escribía sobre envíos, pedidos y pagos. No era glamuroso, pero le pagaba las cuentas.

Sin embargo, en el momento en que Fernando Pessoa salía de la oficina, se convertía en otra persona. O mejor dicho, se convertía en muchas personas. En casa, o sentado solo en un café, llenaba sus cuadernos de poemas, ensayos, pensamientos filosóficos y conversaciones entre sus yos imaginarios.

Algunos escritores construyen personajes. Pessoa construyó completos autores dentro de su cabeza, cada uno con una voz diferente, un estilo diferente, incluso diferentes creencias políticas. Uno escribía como un rebelde moderno, otro como un clasicista tranquilo y un tercero como un simple pastor que no creía en los libros en absoluto.

Cuando un poeta no es suficiente

Un día, Pessoa se dio cuenta de algo extraño. Cuando se sentaba a escribir, las palabras no siempre parecían suyas. Parecía como si otra persona hablara a través de su mano. Pero en lugar de luchar contra esa sensación, Fernando Pessoa la acogió.

No se limitó a escribir con diferentes nombres. Dio vida a esos nombres. Cada uno tenía una fecha de nacimiento, una personalidad, un estilo de escritura único e incluso su propia filosofía sobre la vida y la poesía. Pessoa los llamaba heterónimos, porque eran más que seudónimos: eran identidades completamente separadas.

Estaba Alberto Caeiro, el sencillo poeta rural que rechazaba los libros y creía solo en lo que podía ver y tocar. Luego estaba Ricardo Reis, un poeta tranquilo y clásico que admiraba la antigua Roma y escribía sobre el destino. Y luego estaba Álvaro de Campos, un modernista ruidoso y emocional que amaba las ciudades, las máquinas y la velocidad.

Y, por supuesto, estaba el propio Fernando Pessoa, observando desde el fondo, casi como el director de un teatro lleno de actores imaginarios. Esto no era solo un juego creativo. Era la forma en que Pessoa veía la vida. Creía que nadie es una sola persona.

Un genio que casi nadie conocía

Fernando Pessoa pasó la mayor parte de su vida escribiendo en secreto. Mientras otros escritores perseguían la fama, Pessoa apenas publicaba nada. Llenaba página tras página, pero en lugar de enviarlas a las editoriales, las guardaba en un baúl, miles de ellas.

No es que Fernando Pessoa fuera tímido o inseguro de su talento. Simplemente trabajaba de manera diferente. Para él, escribir no consistía en vender libros. Se trataba de explorar el laberinto sin fin dentro de su mente. Cada poema o ensayo era una conversación consigo mismo o con una de sus voces inventadas.

Aun así, Fernando Pessoa publicó algunas cosas. En 1915, se unió a un grupo de jóvenes escritores modernistas y ayudó a lanzar una atrevida revista literaria llamada Orpheu. Conmocionó a los lectores tradicionales, pero también presentó al mundo a Álvaro de Campos, uno de los heterónimos más extravagantes de Pessoa.

Aun así, el único libro de poesía portuguesa de Pessoa que se puede considerar como tal fue Mensagem (Mensaje), publicado en 1934, justo un año antes de su muerte. Era una reflexión patriótica sobre la historia y el destino de Portugal.

Para el mundo exterior, Fernando Pessoa parecía un traductor tranquilo y excéntrico, nada más. Solo sus amigos más cercanos sabían la verdad: dentro de ese hombre tranquilo vivía todo un mundo de voces, esperando el día en que finalmente serían escuchadas.

El poeta invisible de Lisboa

Si caminara por la ciudad de Lisboa a principios del siglo XX, probablemente no se fijaría en Fernando Pessoa. No era famoso. No vestía como un artista bohemio. La mayoría de los días, parecía un simple oficinista, mezclándose entre la multitud.

Pero Pessoa amaba profundamente Lisboa, aunque la ciudad no se fijara en él. Recorría sus calles, tomaba café en sus famosos cafés y llenaba cuadernos mientras estaba sentado en su lugar favorito: A Brasileira. Ese café sigue ahí hoy, con una estatua de Pessoa en el exterior, donde los visitantes se sientan a su lado para hacerse fotos.

Lisboa no era solo su hogar. Era su paisaje literario. Sus calles, su río, sus tranvías y sus cambiantes estados de ánimo aparecían una y otra vez en sus escritos. Pessoa veía Lisboa no solo como una ciudad, sino como un espejo de su propia mente: un lugar lleno de rincones ocultos, belleza tranquila y fantasmas inquietos.

Aunque Pessoa viajaba poco, su imaginación vagaba lejos. A través de sus heterónimos, vivió en países imaginarios, escribió sobre paisajes lejanos y exploró ideas de todos los rincones del mundo.

Al final, Lisboa se convirtió en algo más que un escenario. Se convirtió en parte del propio Fernando Pessoa, un testigo silencioso del hombre tranquilo que escribió las palabras más fuertes de la literatura portuguesa.

Ilustración para El libro del desasosiego de Fernando Pessoa

Obras importantes de Fernando Pessoa

  • Mensagem (1934) – Mensaje – Ofrece una epopeya patriótica con tintes simbolistas que celebra el destino histórico y místico de Portugal.
  • Livro do Desassossego (iniciado a principios del siglo XX, publicado por primera vez en 1982, póstumo): El libro del desasosiego: recopila una introspección fragmentada sobre la existencia, la identidad y los sueños en las calles semificticias de Lisboa.
  • O Banqueiro Anarquista (1922) – El banquero anarquista – Presenta un diálogo paradójico en el que un banquero racionaliza sus ideales anarquistas radicales.
  • Fausto (escrito c. 1908-1917, publicado póstumamente) – Esboza un gran drama filosófico inacabado que lidia con la desesperación cósmica y el anhelo existencial.
  • O Marinheiro (1915) – El marinero – Escenifica una obra estática y onírica de tres mujeres que velan un cadáver, contemplando las ilusiones de la vida.
  • Poemas de Alberto Caeiro (publicado póstumamente) – Poemas de Alberto Caeiro
  • Poemas de Álvaro de Campos (póstumo) – Poemas de Álvaro de Campos – Desata un verso heterónimo futurista y dinámico marcado por el frenesí de la modernidad y el anhelo existencial.
  • Poemas de Ricardo Reis (póstumo) – Poemas de Ricardo Reis – Compone odas serenas y neoclásicas a través de un heterónimo estoico-epicúreo que medita sobre el tiempo y el destino.
  • Antinoo (1918) – Antinoo – Escribe un poema en inglés que relata la amada juventud del emperador Adriano, explorando la belleza, la devoción y la mortalidad.
  • A Educação do Estóico (póstumo, fragmentario) – La educación del estoico

El estilo de escritura único de Fernando Pessoa

Fernando Pessoa cambió mi forma de ver la escritura. Antes de leerlo, pensaba que un escritor era una sola persona con una sola voz. Pero Pessoa hizo añicos esa idea. No escribía como un solo hombre. Inventó heterónimos: poetas y pensadores imaginarios que tenían cada uno su propio nombre, historia, estilo y opiniones. Cada vez que leía a Pessoa, me parecía que estaba leyendo a toda una comunidad literaria dentro de un solo escritor.

Su estilo me pareció audaz, extraño y moderno. Fernando Pessoa no solo escribía sobre sentimientos o acontecimientos. Escribía sobre el acto de pensar en sí mismo. Y lo hacía de una manera que parecía profundamente personal y extrañamente universal.

Un escritor, muchas voces: cómo Pessoa convirtió la identidad en arte

Lo primero que me sorprendió fueron los heterónimos de Pessoa. Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, Ricardo Reis… Cada uno parecía una persona real, con su propia letra, ideas y sueños.

Cuando leí a Pessoa por primera vez, no dejaba de mirar la portada del libro. ¿Era realmente todo del mismo escritor? Alberto Caeiro escribía poemas cortos y claros sobre la naturaleza. Álvaro de Campos sonaba moderno e inquieto, como un hombre que no podía quedarse quieto. Ricardo Reis parecía tranquilo, formal y antiguo, como si perteneciera a otro siglo.

Al principio, esto me confundió. Pero luego me di cuenta: Fernando Pessoa no quería ser un escritor con una sola voz. Quería convertirse en todos los escritores a la vez. Esto hizo que leer su obra se sintiera como unirse a una conversación, no solo leer un libro. Una página discutía con la siguiente. Un poema celebraba la vida, mientras que el siguiente lo ponía todo en duda.

Como lectora, esto me pareció emocionante. No solo estaba aprendiendo sobre Fernando Pessoa, sino también sobre mí misma, sobre todos los diferentes yoes que viven dentro de mí. Eso hizo que su estilo me pareciera profundamente humano.

Entre sueños y dudas: el tono y el lenguaje de Pessoa

El estilo de Pessoa también me sorprendió por su tono. Escribía sobre grandes ideas, pero utilizaba palabras sencillas y claras. Esa combinación me impactó. Esperaba el lenguaje pesado de un filósofo. Pero Pessoa escribía como alguien que susurraba a altas horas de la noche. No trataba de impresionarme con palabras rebuscadas. En cambio, me mostraba lo extraños y hermosos que pueden ser los pensamientos cotidianos.

En un poema, habla de mirar una piedra y darse cuenta de que a la piedra no le importan los sentimientos humanos. Esa simple imagen se me quedó grabada durante días. Pessoa no necesitaba metáforas complejas para hacerme sentir algo. Su claridad se sentía como un tipo de poder silencioso.

Al mismo tiempo, su tono siempre transmitía una sensación de duda. Fernando Pessoa nunca parecía estar seguro de nada. En un momento creía en la belleza y los sueños. Al siguiente se preguntaba si algo importaba en absoluto. Esta mezcla de sueño y duda le daba a su escritura una energía inquieta. Podía sentir su mente en constante movimiento, dando vueltas a las preguntas como piedras en su mano.

Como lectora, esto me hizo confiar más en él. Pessoa no fingía tener todas las respuestas. Me mostró la belleza de no saber, la belleza de ser simplemente humano, lleno de confusión y asombro. Ese tono me hizo sentir menos sola.

Escritores que influyeron en Fernando Pessoa y escritores inspirados por sus múltiples facetas

Fernando Pessoa me confundió al principio. Cuando abría sus poemas y textos, me parecía estar leyendo a varios escritores diferentes a la vez. Más tarde, lo entendí: eso es exactamente lo que quería. Pessoa inventó heterónimos, escritores imaginarios con sus propias voces, estilos y vidas. Ningún escritor lo había hecho antes como él.

Para entender a Pessoa, tuve que entender quién le dio forma. Sus influencias provienen de poetas antiguos, filósofos modernos y soñadores místicos. Pero Pessoa también dejó su huella en muchos escritores posteriores a él. Su audaz forma de escribir y vivir dentro de su propia imaginación sigue inspirando hoy en día.

Las muchas voces que construyeron el mundo interior de Pessoa

Pessoa no solo leía libros, coleccionaba almas. Cuando leí su obra, sentí las voces de viejos poetas hablando a través de él. Una fuerte influencia que noté fue Walt Whitman. El «Yo contengo multitudes» de Whitman parecía el lema personal de Pessoa. Fernando Pessoa no solo escribía como un solo hombre. Se dividió en docenas de poetas, cada uno con su propia historia.

También sentí el toque de los poetas simbolistas, como Charles Baudelaire. Cuando Fernando Pessoa escribió sobre la triste belleza de Lisboa, parecía que Baudelaire estuviera describiendo París. Ambos escritores aman las ciudades llenas de sombras, sueños y almas solitarias.

Luego estaba Friedrich Nietzsche. Vi el agudo cuestionamiento de Nietzsche sobre la verdad y la identidad en la propia duda de Pessoa. Pessoa no confiaba en las respuestas fáciles. Hizo de su escritura un lugar donde cada voz podía discutir con todas las demás. Eso le dio a su obra una energía inquieta que no podía apartar la mirada.

También sentí el espíritu de poetas portugueses como Camões. Pessoa lo admiraba, pero no se limitó a copiarlo. Camões alabó la heroica Portugal, pero Pessoa cuestionó su gloria menguante. Esa tensión, entre el orgullo y la duda, hizo que la voz de Pessoa se sintiera a la vez orgullosa y rota.

De Lisboa al mundo: cómo el legado de Fernando Pessoa dio forma a los escritores del futuro

Pessoa murió casi en el olvido. Pero hoy en día, su influencia se extiende por todas partes. Cuando leo a poetas modernos y escritores experimentales, veo las huellas de Pessoa por toda la página.

Un seguidor claro que noté fue Antonio Tabucchi. Este escritor italiano se enamoró de Pessoa y lo convirtió en un personaje de sus propias novelas. Cuando leo a Tabucchi, siento como si el fantasma de Pessoa estuviera sentado a mi lado, hablando de sueños e identidades que no dejan de cambiar.

Fernando Pessoa también influyó en escritores posmodernos como John Ashbery. Los poemas de Ashbery parecen monólogos interiores fragmentados, como si los heterónimos de Pessoa estuvieran discutiendo entre ellos.

Incluso los músicos y compositores sintieron el toque de Pessoa. Cuando escuché a Caetano Veloso cantar sobre la identidad y la pérdida, sentí el mismo anhelo agridulce que encontré en los poemas de Pessoa. La mezcla de sueño y tristeza de Pessoa se extendió mucho más allá de los libros.

Pessoa no solo influyó en los escritores. Nos dio permiso a todos para ser más de una persona cuando escribimos. Esa libertad se siente como un regalo y un desafío. Leer a Pessoa fue como entrar en un laberinto de espejos. Cada voz que amó, cada escritor que le formó, estaba detrás del cristal.

Cita de Pessoa

Citas famosas de Fernando Pessoa

  • «Conocerse a uno mismo es olvidarse de uno mismo». Fernando Pessoa muestra que la verdadera comprensión de uno mismo proviene de dejar de lado las etiquetas. Él relaciona esto con la idea de que inventamos versiones falsas de quienes somos. La cita invita a los lectores a ir más allá del ego y descubrir algo más profundo.
  • «No soy nada. Siempre seré nada. Pero llevo los sueños del mundo dentro de mí». Pessoa expresa una profunda humildad y una vasta imaginación al mismo tiempo. Conecta la pequeña existencia personal con el poder ilimitado de los sueños.
  • «Llevo las heridas de todas las batallas que evité». Pessoa sugiere que evitar las luchas de la vida crea un dolor invisible. Conecta la inacción con heridas internas que nadie puede ver.
  • «La literatura es la forma más placentera de ignorar la vida». Pessoa describe la lectura y la escritura como una forma de evasión. Lo relaciona con su amor por la imaginación y su necesidad de evitar la dura realidad. La cita muestra cómo las historias ayudan a las personas a sobrevivir a sus propias vidas.
  • «El valor de las cosas no es el tiempo que duran, sino la intensidad con la que suceden». Pessoa relaciona el valor con el poder emocional, no con la duración. Demuestra que los momentos cortos pueden importar más que los años.
  • «No tengo ambiciones ni deseos. Ser poeta no es una ambición; es una forma de estar solo». Pessoa relaciona la poesía con la soledad, no con la fama. Muestra que, para él, escribir es una necesidad privada, no un objetivo público.

Datos curiosos sobre Fernando Pessoa

  • Vivió en Sudáfrica de niño: Tras la muerte de su padre, Fernando Pessoa se mudó a Durban, Sudáfrica, con su madre y su padrastro. Allí, asistió a una escuela de inglés y llegó a dominarlo.
  • Creó más de 70 heterónimos: Pessoa inventó más de 70 autores de ficción, conocidos como heterónimos, cada uno con su propia biografía, personalidad y estilo de escritura.
  • Admirado por Jorge Luis Borges: El escritor argentino Jorge Luis Borges elogió la originalidad y complejidad de Pessoa. Borges, que también jugó con autores e identidades ficticias, sintió una fuerte conexión literaria con Pessoa.
  • Vinculado al movimiento modernista en Portugal: Pessoa desempeñó un papel clave en el modernismo literario de Portugal. En 1915, ayudó a lanzar la innovadora revista Orpheu, que introdujo nuevos y atrevidos estilos en la literatura portuguesa. Esto lo conectó con otros importantes escritores modernistas como Mário de Sá-Carneiro.
  • Inspirado por el ganador del Premio Nobel José Saramago: El autor portugués y ganador del Premio Nobel José Saramago admiraba profundamente a Pessoa. Saramago a menudo hacía referencia a Pessoa en sus ensayos e incluso lo incluyó como personaje en su novela El año de la muerte de Ricardo Reis.
  • Enterrado en el Monasterio de los Jerónimos: Pessoa murió en 1935 y fue enterrado más tarde en el famoso Monasterio de los Jerónimos en Lisboa. Este es el mismo monasterio que honra a los grandes exploradores de Portugal, vinculando a Pessoa con el legado cultural del país.
  • En gran parte inédito durante su vida: Aunque era muy creativo, Pessoa publicó muy poco en vida. La mayor parte de su obra permaneció en un baúl, descubierto solo después de su muerte. Esta fama póstuma lo conecta con escritores como Franz Kafka, cuyas obras principales también se publicaron solo después de su muerte.

Una vida corta, un legado que apenas comienza

Fernando Pessoa murió en 1935, a la edad de solo 47 años. Su muerte fue tan silenciosa como su vida. Sin grandes homenajes. Sin fama. Fuera de un pequeño círculo de amigos literarios, casi nadie se dio cuenta. Murió de problemas hepáticos, probablemente causados por su amor de toda la vida por las bebidas fuertes.

Fernando Pessoa no era un borracho imprudente, pero le encantaba una copa de absenta mientras estaba sentado en su cafetería favorita, pensando, escribiendo o simplemente viendo pasar Lisboa.

En el momento de su muerte, Pessoa solo había publicado un libro de poesía en portugués. Su genio seguía siendo un secreto bien guardado. Pero en su pequeña habitación alquilada, escondido dentro de un viejo baúl de madera, yacía el verdadero Pessoa: miles de páginas de poemas, ensayos, cartas y libros inacabados, todos escritos por sus múltiples yoes.

Su muerte pudo haber sido tranquila, pero su vida póstuma fue todo lo contrario. Poco a poco, Pessoa pasó de ser un oficinista olvidado a un icono literario mundial, una transformación que ni siquiera sus heterónimos más imaginativos podrían haber predicho.

El baúl que cambió la literatura

Cuando se abrió el famoso baúl de papeles de Pessoa tras su muerte, se produjo un terremoto literario. En su interior había más de 25 000 páginas: poemas escritos a mano, ensayos, cartas e incluso libros inacabados. Pero lo que más sorprendió a la gente no fue solo la cantidad, sino la variedad.

Quedó claro de inmediato: no eran las obras de una sola voz. Las habían escrito decenas de personalidades diferentes, cada una con su propio estilo, ideas y visión del mundo. Fue como descubrir toda una generación perdida de escritores portugueses, excepto que todos ellos vivían dentro de un solo hombre.

Ese baúl convirtió a Pessoa en una leyenda literaria. Los estudiosos pasaron décadas clasificando, estudiando y publicando su obra. Cada nuevo descubrimiento profundizaba el misterio de Pessoa. ¿Quién era el verdadero Pessoa? ¿Era él mismo o eran sus heterónimos? ¿O eran todos ellos juntos?

Por qué Fernando Pessoa sigue siendo importante hoy en día

Entonces, ¿por qué deberíamos seguir leyendo a Fernando Pessoa hoy en día? La respuesta es sencilla: porque habla a todas las almas inquietas que alguna vez se preguntaron: «¿Quién soy realmente?».

Pessoa no solo escribía poesía. Exploraba la condición humana. Sabía que todos llevamos máscaras, cambiamos de voz y nos convertimos en versiones diferentes de nosotros mismos en diferentes momentos. En lugar de ocultar esa verdad, Fernando Pessoa la abrazó y la convirtió en su arte.

Por eso su escritura resulta tan moderna. En el mundo actual, donde las personas se reinventan en línea y la identidad es fluida, Fernando Pessoa parece un escritor del futuro. Entendió que nunca somos solo una cosa, y eso está perfectamente bien.

Lo más importante es que Fernando Pessoa importa porque nos hace sentir vistos. Sus dudas, su anhelo, su búsqueda de sentido, son también nuestras dudas y nuestra búsqueda

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