Jane Austen: Un vistazo a la vida de un icono literario

Jane Austen, una querida novelista inglesa, ocupa un lugar especial en el mundo de la literatura. Sus obras atemporales, caracterizadas por el ingenio, el comentario social y la aguda observación de la naturaleza humana, han cautivado a los lectores durante generaciones. Nacida el 16 de diciembre de 1775 en Steventon, Hampshire, la vida de Austen estuvo marcada por su espíritu creativo, su ingenio y una capacidad única para diseccionar la sociedad a través de sus escritos.

Retrato de la Jane Austen

Vida temprana y lazos familiares de Jane Austen

Jane Austen nació en el seno de una familia muy unida. Su padre, el reverendo George Austen, era un clérigo erudito, y su madre, Cassandra Leigh Austen, era conocida por su naturaleza cariñosa. Jane era la séptima de ocho hermanos, y su familia más cercana desempeñó un papel importante en la formación de sus valores, su intelecto y su sentido del humor.

En 1783, Jane Austen y su hermana Cassandra fueron a Oxford. Estudiaron con la señora Ann Cawley. Ese mismo año, la señora Cawley las llevó a Southampton. En otoño, las dos hermanas se enfermaron de tifus. Jane estuvo muy grave y casi no sobrevivió.

Después de esa enfermedad, Jane y Cassandra aprendieron en casa. En 1785, empezaron a estudiar en la Reading Abbey Girls’ School. Esta escuela era de la señora La Tournelle. Allí, las niñas aprendían francés, ortografía, costura, baile, música y teatro.

La educación de Jane fue sobre todo a través de la lectura. Su padre y sus hermanos James y Henry la ayudaban y le recomendaban libros. Según la experta Irene Collins, Jane usó los mismos libros que sus hermanos. Tenía libertad total para leer en la biblioteca de su padre. También podía leer libros de Warren Hastings, un amigo de la familia. Así, Jane tuvo acceso a muchas lecturas diferentes.

El padre de Jane la apoyaba mucho cuando ella quería escribir. Le daba papel bueno, que era caro, y materiales para dibujar y crear. Cassandra también recibía estos materiales. El teatro fue muy importante en su educación. Desde pequeña, la familia organizaba obras de teatro en el granero de la rectoría.

Primeros escritos y Juvenilia

Desde los once años, Jane Austen empezó a escribir poemas y cuentos. Lo hacía para divertirse y para entretener a su familia. Le gustaba observar cosas pequeñas de la vida diaria. Luego las exageraba y las volvía divertidas. Así se burlaba de las historias típicas que se contaban en los libros.

Entre 1787 y 1793, Jane juntó sus primeros escritos en tres cuadernos. Les puso nombres sencillos: «Volumen I», «Volumen II» y «Volumen III». En total, escribió unas 90.000 palabras. Hoy, esos cuadernos se llaman «Juvenilia». El experto Richard Jenkyns dice que esas obras son originales, frescas y diferentes.

En esos años, Jane escribió una novela en forma de cartas. Solo tenía catorce años cuando la terminó, en 1790. En esa historia, se ríe de las novelas sentimentales de la época. Un año después, escribió «La Historia de Inglaterra». Era un manuscrito de treinta y cuatro páginas.

En agosto de 1792, cuando tenía diecisiete años, Jane empezó «Catharine o la enramada». Esta historia es muy especial porque tiene ideas que después usó en «La abadía de Northanger». Jane nunca terminó «Catharine», pero más tarde usó partes de esa historia en «Lady Susan».

Un año después, Jane empezó otra historia corta. La llamó «Sir Charles Grandison o el hombre feliz». No la terminó enseguida y la dejó de lado. Pero en 1800 la retomó y por fin la terminó. Esta historia es una comedia divertida.

Traslado familiar y empeños literarios

En diciembre de 1800, George Austen dio una noticia sorpresa. Anunció que se retiraba de su trabajo como párroco. Por eso, toda la familia tuvo que mudarse. Dejaron Steventon y se fueron a vivir al número 4 de Sydney Place, en Bath, Somerset.

Este cambio fue bueno para los padres de Jane. Ellos querían descansar y viajar. Pero para Jane fue un golpe muy duro. Era la primera vez que dejaba el único hogar que conocía. Además, la nueva casa estaba a unos 80 kilómetros de distancia. Para ella, fue como empezar de cero.

Durante su vida en Bath, Jane escribió mucho menos que antes. Revisó algunas partes de su novela «Susan» y empezó una nueva historia, «Los Watson». Sin embargo, dejó esta novela sin terminar. En esos años, no escribió con el mismo entusiasmo que entre 1795 y 1799. Es difícil saber si Bath realmente apagó su creatividad. Tal vez su vida social en la ciudad le quitaba tiempo para escribir. El crítico Robert Irvine tiene otra idea.

Entre 1798 y 1813, Jane visitó muchas veces a su hermano Edward en Godmersham Park, en Kent. Ese lugar fue muy importante para ella y, con el tiempo, se reflejó en sus libros.

Ilustración de Sanditon de Jane Austen

Jane Austen: Orgullo y prejuicio y el éxito literario

Los años entre 1801 y 1804 son un misterio en la vida de Jane Austen. No sabemos mucho porque su hermana Cassandra destruyó casi todas las cartas de esos años. Nadie sabe por qué lo hizo.

En diciembre de 1802, Jane recibió su única propuesta de matrimonio conocida. En esos días, visitaba a Alethea y Catherine Bigg, dos amigas que vivían cerca de Basingstoke. Allí volvió a ver al hermano de ellas, Harris Bigg-Wither.

Según contaron después su sobrina Caroline Austen y un descendiente de Harris, él no era un hombre atractivo. Tenía un aspecto muy común. No hablaba mucho. Además, tartamudeaba y a veces decía cosas fuera de lugar. Sin embargo, Jane lo conocía desde joven. Y casarse con él tenía ventajas importantes para su familia.

Harris iba a heredar muchas tierras cerca de donde Jane y Cassandra crecieron. Con ese matrimonio, Jane podría asegurar el futuro de sus padres. Cassandra tendría un hogar fijo. Incluso podría ayudar a sus hermanos en sus trabajos.

En 1813, Austen publicó «Orgullo y prejuicio», una novela que se convertiría en una de sus obras más célebres. La historia de Elizabeth Bennet y el Sr. Darcy caló hondo entre los lectores por su atractiva trama, su aguda caracterización y su perspicaz comentario social. La exploración de la clase social, el matrimonio y el crecimiento personal que se hace en la novela pone de manifiesto la destreza narrativa de Jane Austen.

La vida en Chawton y la creatividad continuada

A comienzos de 1809, Edward, el hermano de Jane Austen, hizo una oferta especial a su madre y a sus hermanas. Les ofreció mudarse a una casa más cómoda y estable. Era una casa de campo grande, en el pueblo de Chawton. La casa formaba parte de las tierras de Edward, cerca de Chawton House. El 7 de julio de 1809, Jane, Cassandra y su madre llegaron a su nuevo hogar en Chawton.

La vida en Chawton fue mucho más tranquila que en Bath. En Bath, todo era movimiento y reuniones sociales. En cambio, en Chawton, las Austen vivían de forma sencilla. No buscaban impresionar a nadie y no se mezclaban con la alta sociedad. Solo recibían visitas de familiares o amigos cercanos.

Anna, una sobrina de Jane, dijo que la vida en Chawton era «muy tranquila, según lo que nos parece ahora». Sin embargo, no se aburrían. Las Austen leían mucho, hacían las tareas de la casa y ayudaban a quienes lo necesitaban. Jane y Cassandra también enseñaban a leer y escribir a niños y niñas del pueblo. Además, colaboraban en obras de caridad para apoyar a las familias más pobres.

Aunque Jane era muy talentosa, publicar sus libros no fue fácil. Sus historias observaban y criticaban a la sociedad de su tiempo con mucha inteligencia. Pero los editores no siempre entendían su estilo y tenían miedo de arriesgarse. A pesar de esos problemas, Jane nunca dejó de escribir. Siempre buscó mejorar sus historias y perfeccionar su manera de contar.

Luchas por la salud y legado duradero

A comienzos de 1816, Jane Austen empezó a sentirse mal. Al principio, no le dio mucha importancia. Pero con el paso de los meses, su salud fue empeorando poco a poco. Ya a mitad de año, era imposible ignorar que estaba cada vez más débil. En medio de todo, Jane recibió una noticia triste. Su tío había muerto y dejó toda su herencia a su esposa. La familia Austen no recibió nada. Esto fue un golpe duro para Jane.

A pesar de sentirse mal, Jane siguió escribiendo. No estaba contenta con el final de su novela Los Elliotas, así que decidió cambiar los dos últimos capítulos. Terminó esa revisión el 6 de agosto de 1816. En enero de 1817, empezó una nueva historia: Los hermanos. Más tarde, esta obra se conoció como Sanditon. Jane alcanzó a escribir doce capítulos. Pero en marzo de 1817, ya estaba demasiado enferma para seguir.

En sus cartas, Jane bromeaba sobre sus propias molestias. A veces se llamaba a sí misma «biliosa». Pero cinco días después de dejar de escribir, confesó que se sentía muy mal. Decía que su piel tenía «colores extraños» y que pasaba casi todo el día en el sofá.

Aunque intentaba bromear sobre su salud, la verdad es que estaba cada vez peor. Ella decía que tenía «bilis» o reumatismo. Pero en realidad, ya no podía moverse bien y no tenía fuerzas para casi nada. En abril, la enfermedad la dejó completamente en cama.

El 18 de julio de 1817, Jane murió en Winchester. Tenía solo 41 años. Su hermano Henry, que tenía buenos contactos en la Iglesia, consiguió que la enterraran en la catedral de Winchester, en la nave norte. Su hermano James escribió el epitafio. En él, habló de su bondad, de su fe y de su inteligencia especial.

Lista cronológica de las principales obras de Jane Austen

  1. «Sentido y sensibilidad» – Publicado en 1811
  2. «Orgullo y prejuicio» – Publicado en 1813
  3. «Mansfield Park» – Publicado en 1814
  4. «Emma» – Published in 1815
  5. «La abadía de Northanger» – Escrita en 1803, publicada póstumamente en 1817.
  6. «Persuasión» – Escrita en 1816, publicada póstumamente en 1817
  7. «Lady Susan» – Escrita en la década de 1790, publicada póstumamente en 1871.
  8. «Sanditon» – Comenzado en 1817 pero dejado inacabado, Publicado póstumamente en varias ediciones.
Ilustración de Mansfield Park de Austen

El círculo literario de Jane Austen: escritores que la formaron y escritores a los que ella formó

Leer a Jane Austen fue como adentrarse en un mundo familiar y sorprendente a la vez. Sus historias parecían frescas, a pesar de haber sido escritas hace más de 200 años. Mientras leía, a menudo me preguntaba: ¿quién enseñó a Jane Austen a escribir así? ¿Y quién aprendió de ella después?

Austen no escribía en solitario. Leía mucho. Tomaba prestadas ideas, desafiaba viejas tradiciones y añadía su propia voz aguda. Al mismo tiempo, su obra plantó semillas que se convirtieron en la propia novela moderna.

Los libros detrás de Austen: escritores que dieron forma a su mundo

Mientras leía a Jane Austen, podía sentir a los fantasmas de escritores más antiguos detrás de ella. Una influencia clara que noté fue Samuel Richardson. Había leído partes de su novela Pamela, y vi la conexión de inmediato. El enfoque de Richardson en el cortejo, las elecciones morales y las cartas personales resuenan en las propias historias de Austen.

Pero donde Richardson se sentía pesado y moralizante, Austen se sentía ligera e inteligente. Me pareció que tomó sus ideas pero eliminó las sermones. Mantuvo el drama, pero dejó que sus personajes hablaran por sí mismos.

Otra voz que pude escuchar fue la de Fanny Burney. Cuando leí Evelina, de Burney, vi la misma mezcla de incomodidad social y tensión romántica que Austen perfeccionó más tarde. Ambas escritoras capturan esa deliciosa incomodidad de estar en una habitación llena de gente que te juzga en silencio.

Pero el tono de Austen parecía más ingenioso y agudo. Era como si Burney describiera el mundo y Austen respondiera con una ceja levantada. Ese toque juguetón hacía que el mundo de Austen pareciera vivo.

También noté la influencia de los escritores satíricos del siglo XVIII, como Henry Fielding. En Tom Jones, Fielding se burlaba de la sociedad con un humor audaz. El humor de Austen es más tranquilo, pero sentí el mismo amor por burlarse de las reglas sociales.

Lo que más me impresionó fue cómo Austen reformuló estas influencias. Aunque no se limitó a copiarlas, las hizo más pequeñas, más nítidas y más personales, y tomó novelas grandes y desordenadas y las convirtió en joyas pulidas. Eso hizo que sus historias se sintieran más cercanas a la vida real, al menos al tipo de vida que yo podría imaginarme viviendo.

El legado de Austen: escritoras que siguieron sus pasos

Después de terminar Austen, empecé a notar sus huellas por todas partes. En Jane Eyre, de Charlotte Brontë, sentí el mismo enfoque en la vida interior de una mujer. Pero las emociones de Brontë parecían más salvajes, más tormentosas. Me imaginé a Brontë leyendo a Austen y luego decidiendo subir el volumen de todo.

También vi la influencia de Austen en George Eliot. Cuando leí Middlemarch, reconocí el mismo amor por la vida en los pueblos pequeños, la misma obsesión por la clase social y el matrimonio. Pero Eliot se sentía más seria, más filosófica. Era como si la inteligente sonrisa de Jane Austen se convirtiera en un ceño pensativo.

Incluso en las novelas románticas modernas, la sombra de Austen sigue proyectándose en la página. Cuando leo historias de amor contemporáneas, desde El diario de Bridget Jones, de Helen Fielding, hasta Eligible, de Curtis Sittenfeld, veo cómo sigue funcionando la fórmula de Austen.

También vi la influencia de Jane Austen en lugares inesperados. Cuando leí a Zadie Smith, sentí ecos del amor de Austen por el diálogo agudo y la observación social. Incluso los escritores que no escriben novelas románticas aprenden del ingenio de Austen y de su visión clara de la sociedad.

Lo que más me llamó la atención fue lo adaptable que es el estilo de Jane Austen. Su influencia no pertenece a un solo género. Se extiende desde las novelas clásicas hasta las comedias románticas modernas, desde la ficción literaria hasta las adaptaciones de Netflix. Eso me muestra cuán profundamente su voz dio forma a la narración en sí.

Leer a Austen fue como sentarme a una mesa entre generaciones de escritores. Podía sentirla retrocediendo hasta Richardson y Burney. Al mismo tiempo, podía ver a los escritores modernos acercándose a ella. Eso hace que su voz sea atemporal.

Un vistazo de estilo de escritura atemporal de Jane Austen

Leer a Jane Austen fue como descubrir una voz que era a la vez anticuada y completamente moderna. Esperaba frases floridas y escenas lentas. En cambio, encontré ingenio agudo, conversaciones animadas y personajes que me parecían tan reales como mis propios amigos.

El estilo de Jane Austen me sorprendió de la mejor manera. No se limitó a contarme lo que sucedió. Me invitó a entrar en las habitaciones, a las fiestas de té y a los momentos de tranquilidad. Su escritura me hizo sentir como si estuviera escuchando conversaciones privadas. Esa voz inteligente y natural es la razón por la que el estilo de Austen sigue vivo hoy en día.

Ingenio, ironía y verdad: el poder secreto de la voz de Austen

Desde la primera página de Orgullo y prejuicio, el ingenio de Jane Austen me cautivó. «Es una verdad universalmente reconocida…» — esa frase inicial me hizo sonreír. Sonaba formal, pero podía sentir el chiste que se escondía debajo. Esa es la magia de Austen. Escribe frases educadas, pero esconden opiniones agudas. Ve a través de cada personaje y también me deja ver sus defectos. Pero en lugar de juzgarlos con dureza, se burla de ellos con amabilidad.

Este humor hizo que su mundo me pareciera tan real. La gente cotillea, se malinterpreta y comete errores tontos, como hoy en día. El humor de Austen no proviene de grandes acontecimientos. Proviene de pequeños momentos de estupidez humana.

Me encantó cómo usaba la ironía como un arma silenciosa. En Emma, me hizo creer que Emma siempre tenía el control. Pero a través de pequeños giros e ingeniosas frases, Austen me mostró que Emma era a menudo la más confundida. Esa suave brecha entre lo que Emma cree y lo que realmente es cierto hizo que la historia fuera divertida y sabia.

El humor de Austen no es estridente. Es del tipo que te hace sonreír en la página y luego pensar en tu propia vida. Sentí como si me estuviera hablando directamente, compartiendo secretos sobre la naturaleza humana que nunca cambian.

Esa mezcla de humor y verdad hizo que el estilo de Austen se sintiera moderno. Ella no da sermones. Observa y luego me deja sacar mis propias conclusiones. Esa confianza me hizo sentir como su igual, no solo como su lectora.

Conversaciones que respiran: el diálogo natural de Jane Austen

Otra parte del estilo de Jane Austen que me sorprendió fue su diálogo. Sus personajes no solo hablan, se revelan con cada línea. Cuando leí las primeras conversaciones de Elizabeth Bennet y el señor Darcy, sentí como si estuviera sentada a la mesa con ellos. Sus palabras parecían educadas en la superficie, pero en el fondo, podía sentir la chispa del desafío entre ellos.

El diálogo de Austen fluye tan suavemente que casi me olvido de que estaba leyendo. Me sentí como si estuviera escuchando a personas reales hablando. Ese flujo natural hizo que los personajes cobraran vida más rápido de lo que cualquier descripción podría. También utiliza sutiles cambios de tono para mostrar cómo cambian las relaciones. En Persuasión, la forma en que Anne Elliot habla con el capitán Wentworth cambia a medida que su confianza crece. Jane Austen no lo explica directamente. Lo sentí a través de sus conversaciones.

Este estilo natural me hizo confiar en Austen como escritora. No necesitaba grandes discursos para mostrar emociones. Lo que más me impresionó fue lo mucho que Austen dice entre líneas. Cuando los personajes hablan de fiestas o del tiempo, a menudo quieren decir algo más profundo: estatus, amor o miedo. Austen me convirtió en una lectora cuidadosa porque sus diálogos siempre ocultan más de lo que muestran.

El estilo de escritura de Jane Austen me pareció fluido y brillante al mismo tiempo. Utilizaba el ingenio para revelar la verdad y el diálogo para revelar el carácter. Me hizo reír, pensar y escuchar con atención cada palabra. Su estilo sigue hablando a los lectores modernos porque escribe sobre momentos atemporales: malentendidos, orgullo, amor y autodescubrimiento. No me dice cómo sentir. Me muestra a la gente y confía en que la entienda.

Cita de Jane Austen

Citas famosas de Jane Austen

  • «No hay encanto igual a la ternura de corazón». Jane Austen destaca que la bondad importa más que la belleza o la riqueza. Ella relaciona el verdadero encanto con la compasión, no con la apariencia externa. La cita muestra lo profundamente que valoraba la calidez emocional tanto en las amistades como en el romance.
  • «¡Declaro que, después de todo, no hay mayor placer que leer!» Jane Austen celebra la alegría de los libros. Relaciona la lectura con la felicidad, el aprendizaje y la evasión personal. La cita refleja su propio amor por la literatura a lo largo de su vida.
  • «La imaginación de una dama es muy rápida; salta de la admiración al amor, del amor al matrimonio en un momento». Austen describe con humor lo rápido que pueden crecer los sentimientos. Ella relaciona esto con las fantasías románticas que dieron forma a los sueños de muchas mujeres en ese momento. La cita muestra su agudo ingenio y su conciencia de cómo la sociedad empujaba a las mujeres hacia el matrimonio.
  • «No hay nada como quedarse en casa para sentirse realmente cómodo». Austen valora el hogar como un lugar de paz y seguridad. Ella relaciona el hogar con la felicidad, el descanso y la seguridad emocional. Esta cita refleja su amor por la tranquila vida familiar frente a las ruidosas reuniones sociales.
  • «El egoísmo siempre debe perdonarse, ya sabes, porque no hay esperanza de curarlo». Jane Austen muestra su visión humorística pero realista de la naturaleza humana. Relaciona el egoísmo con la debilidad humana, mostrando que todo el mundo es un poco egocéntrico.
  • «Gustar de bailar era un paso seguro hacia el amor». Austen relaciona el baile con el romance. En su época, los bailes sociales eran una de las pocas oportunidades que tenían los jóvenes de interactuar.

Datos curiosos sobre Jane Austen: un icono literario

  1. Nacida en Steventon, Inglaterra: Jane Austen nació en 1775 en el pueblo de Steventon, en Hampshire, Inglaterra. El campo alrededor de Steventon inspiró los escenarios rurales de muchas de sus novelas.
  2. Estrecha amistad con su hermana Cassandra: Jane y su hermana Cassandra eran increíblemente cercanas. Compartieron habitación, cartas y bromas privadas durante toda su vida.
  3. Vivió en Bath durante varios años: Después de que su padre se jubilara, la familia Austen se mudó a Bath, una ciudad balneario de moda. A Jane no le gustaba el ambiente social de la ciudad, pero le inspiró partes importantes de La abadía de Northanger y Persuasión.
  4. Visitó Londres para trabajar con editores: Jane Austen viajó a Londres varias veces para reunirse con su editor. Se alojó con su hermano Henry, que vivía allí y apoyaba su carrera literaria. Estas visitas la conectaron directamente con el corazón del mundo literario inglés.
  5. Amistad con el bibliotecario del Príncipe Regente: La fama de Austen llegó a la familia real y el bibliotecario del Príncipe Regente la invitó a dedicarle su novela Emma al Príncipe. A Jane personalmente no le agradaba el Príncipe Regente, pero aceptó la petición por cortesía.
  6. Admirada por Virginia Woolf: La escritora modernista Virginia Woolf elogió el agudo ingenio de Jane Austen y su perfecto control sobre la escritura. Woolf incluso dijo que el genio de Jane Austen residía en su capacidad para trabajar «dentro del pequeño mundo del salón».
  7. Enterrada en la catedral de Winchester: Jane Austen murió en 1817 y fue enterrada en la catedral de Winchester. Su lápida no menciona su carrera como escritora, solo sus virtudes personales.

Por qué leer a Jane Austen sigue pareciendo una conversación a través del tiempo

Leer a Jane Austen me dio la sensación de sentarme con alguien que entiende a la gente mejor que nadie. Esperaba que sus libros parecieran antiguos. Pero me parecieron frescos, incluso modernos. Cada capítulo me hacía sentir como si Jane Austen estuviera allí, observando a sus personajes, riéndose en silencio y, a veces, sacudiendo la cabeza.

Su estilo fue lo que más me sorprendió. No utilizaba frases largas y pesadas como muchos escritores clásicos, por lo que sus palabras eran claras y precisas. Aunque no me decía qué pensar. Dejaba que sus personajes me mostraran quiénes eran. Esa confianza me hizo sentir como una compañera en la historia, no solo como una lectora.

Su humor también me hizo amar su trabajo. Veía lo tontos que pueden ser las personas, especialmente cuando se preocupan demasiado por el dinero, el matrimonio y la reputación. Pero nunca se sentía cruel. Sus chistes eran cálidos y cómplices, como si dijera: «Todos tenemos un poco de esta tontería dentro de nosotros».

Lo que más me sorprendió fue lo atemporales que parecen sus personajes. Elizabeth Bennet, Emma Woodhouse y Anne Elliot podrían entrar en el mundo actual y seguir teniendo sentido. Sus preocupaciones sobre el amor, el respeto por sí mismas y encajar siguen pareciendo reales.

Leer a Jane Austen fue como participar en una larga conversación entre ella, yo y todos los lectores que me precedieron. Eso hizo que la experiencia cobrara vida. Por eso creo que sus libros nunca dejarán de hablarnos. Cuando la vida se vuelve confusa o el amor parece imposible, la voz de Austen sigue ahí, ofreciéndonos sabiduría y una sonrisa.

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